miércoles, 8 de junio de 2016

¿BUENO, MALO? SÓLO EL TIEMPO LO DIRÁ - CUENTO TAOÍSTA

Había una vez un campesino sabio y su hijo que vivían muy tranquilos y felices en un pueblito alejado del centro, ellos se dedicaban al cultivo y al ganado y tenían como mascota a un bonito caballo que lo habían criado desde pequeñito. Un día sin razón alguna el animal se escapó, se fue cabalgando sin dejar mucho rastro de su camino, esto entristeció mucho al niño, y en un fuerte llanto exclamó: ¡Padre, que mala suerte, nuestro caballito se ha escapado!

El padre respondió: ¿Mala suerte? Mi amado hijo, no sabemos si ha sido mala suerte o buena suerte, sólo el tiempo lo dirá. El hijo ante estas palabras tomó un profundo suspiro y guardo silencio reflexionando sobre aquellas palabras.

Unos días después ambos se encontraban trabajando tranquilamente cuando de pronto a lo lejos el hijo divisó que se acercaban dos hermosos caballos, uno era su caballito de siempre y venía acompañado de una hermosa yegua, el hijo ante tanta alegría exclamó: ¡Padre, que buena suerte, nuestro caballito ha regresado y además viene acompañado de una hermosa yegua!

El padre respondió: ¿Buena suerte? Mi amado hijo, no sabemos si ha sido buena suerte o mala suerte, sólo el tiempo lo dirá. El hijo ante estas palabras nuevamente tomó un profundo suspiro y guardo silencio reflexionando sobre aquellas palabras.

Al cabo de un tiempo, el hijo del campesino, intentando domar a la yegua salvaje, se cayó y se rompió una pierna. El médico luego de revisarlo dictaminó que se quedaría cojo para toda la vida. El hijo desesperado ante tan terrible noticia, exclamó en llanto: ¡Padre, que mala suerte, me quedaré cojo para toda la vida!

El padre respondió: ¿Mala suerte? Mi amado hijo, no sabemos si ha sido mala suerte o buena suerte, sólo el tiempo lo dirá. El hijo ante estas palabras nuevamente tomó un profundo suspiro y guardo silencio reflexionando sobre aquellas palabras.

Por ese entonces comenzó una cruenta guerra en el país y un grupo de soldados vinieron a reclutar de manera obligatoria a todos los jóvenes del pueblo. Cuando se disponían a alistar al hijo del campesino se fijaron en que este cojeaba de una pierna:

- ¿Qué te pasa en la pierna? - preguntó el jefe de los soldados.
- Me caí de una yegua mientras intentaba domarla. Nunca más podré caminar derecho o correr- contestó el hijo del campesino.
- Así no nos sirves. Necesitamos hombres fuertes para combatir, harás mejor en quedarte con tu padre - dictaminó el jefe.

El hijo quedó reflexionando sobre lo ocurrido y al voltear a mirar a su padre, éste le dijo:

- ¿Lo entiendes ahora, amado hijo mío? Los hechos no son ni buenos ni malos en sí mismos, lo que nos hace sufrir son las opiniones que tenemos de ellos. Hay que esperar a como afectan a nuestro devenir. Un día maldijiste tu pierna y ahora es ella la que te ha salvado de una muerte cierta.



La enseñanza de este cuento es que los hechos como tal, no son buenos ni malos, simplemente SON, es el tiempo quien debe darnos claridad sobre lo ocurrido y sólo así entender el propósito de cada suceso.

Si tu reflexionas un momento sobre tu vida pasada, te darás cuenta que quizás hayas pasado por momentos muy dolorosos pero que fueron necesarios para poder llevarte a una profunda reflexión o una toma de conciencia. Muchas veces un dolor muy profundo termina resultando ser una gran bendición.

 Es el EGO quien en su desesperación se apresura a calificar cada suceso de bueno o malo, no te apresures en ello, la naturaleza es muy sabia y recuerda que una de las 4 leyes de la india nos mencionan que todo lo que sucede a cada momento es porque así tiene que ser, recuerda siempre que todo lo que ocurre en tu vida es perfecto para tu propia evolución, no estás sólo(a) en el mundo, tu ser real está contigo en tus alegrías y en tus tristezas, la verdadera FE es rendirse al momento presente y confiar en que todo es perfecto en el AQUÏ Y EL AHORA.