La naturaleza nos ofrece maravillosos ejemplos de equilibrio. Desde la mariposa que aletea y el pajarillo que vuela hasta los movimientos planetarios en el sistema solar, todo está operando sobre el principio del equilibrio. La tierra y el cielo, el fuego y el agua, todos los ciclos de energía operan sobre el principio del equilibrio.
En términos espirituales, el equilibro es la habilidad de posicionarse ante la vida desde una perspectiva clara y realizar la acción adecuada en el momento preciso. Una persona equilibrada será capaz de apreciar la belleza y el significado de cada situación, sea favorable o adversa. Tendrá la habilidad de aprender de la situación y avanzar con sentimientos positivos. Así como hay una descarga o cortocircuito cuando se rompe el equilibrio de los polos positivo y negativo en un circuito eléctrico, de forma similar, cuando perdemos el equilibrio en nuestra vida, también se descarga nuestra batería interna.
Ser equilibrado significa estar siempre alerta, plenamente enfocado y tener una visión amplia. El equilibrio viene a través de un entendimiento profundo, de la humildad y de la tolerancia. Viene de la comprensión de que aunque la vida está llena de altibajos, debemos mantener siempre una conciencia elevada. Así evitamos la reacción, las prisas o la excitación, y elaboramos una respuesta calmada, fácil y madura para cada situación. El estado de equilibrio más elevado es volar internamente con plena libertad y, a la vez, tener los pies firmemente en el suelo de la realidad.
En este estado somos capaces de mantener bienestar y confort espiritual, más allá de la influencia de la alabanza o del insulto, de la alegría o del pesar, de la victoria o de la derrota, de la ganancia o de la pérdida. Cuando la alabanza venga a nosotros hemos de aceptarla graciosamente, de forma liviana, y liberarnos pronto, preparados para empezar de nuevo. Cuando sea el insulto lo que venga a visitarnos, hemos de mantenernos anclados en la sabiduría, tan libres y a salvo que podamos pensar en profundidad y aprender una lección o hallar una solución.
El equilibrio viene de un profundo entendimiento de las leyes divinas que operan en el universo y de permanecer constantemente anclado en estas verdades eternas a través de los altibajos de la vida. Una mente serena y un intelecto divino constantemente nutrido con el amor de Dios y la sabiduría ayudan a mantener un equilibrio constante en la vida.
Una perspectiva espiritual y un vínculo mental con Dios en la meditación ayudan a desarrollar el correcto equilibrio entre la cabeza y el corazón, las emociones y la lógica, el amor y el desapego, la seriedad y la liviandad, la madurez y la jovialidad.
Copyright © 2011 Asociación Espiritual Mundial Brahma Kumaris
Ser equilibrado significa estar siempre alerta, plenamente enfocado y tener una visión amplia. El equilibrio viene a través de un entendimiento profundo, de la humildad y de la tolerancia. Viene de la comprensión de que aunque la vida está llena de altibajos, debemos mantener siempre una conciencia elevada. Así evitamos la reacción, las prisas o la excitación, y elaboramos una respuesta calmada, fácil y madura para cada situación. El estado de equilibrio más elevado es volar internamente con plena libertad y, a la vez, tener los pies firmemente en el suelo de la realidad.
En este estado somos capaces de mantener bienestar y confort espiritual, más allá de la influencia de la alabanza o del insulto, de la alegría o del pesar, de la victoria o de la derrota, de la ganancia o de la pérdida. Cuando la alabanza venga a nosotros hemos de aceptarla graciosamente, de forma liviana, y liberarnos pronto, preparados para empezar de nuevo. Cuando sea el insulto lo que venga a visitarnos, hemos de mantenernos anclados en la sabiduría, tan libres y a salvo que podamos pensar en profundidad y aprender una lección o hallar una solución.
El equilibrio viene de un profundo entendimiento de las leyes divinas que operan en el universo y de permanecer constantemente anclado en estas verdades eternas a través de los altibajos de la vida. Una mente serena y un intelecto divino constantemente nutrido con el amor de Dios y la sabiduría ayudan a mantener un equilibrio constante en la vida.
Una perspectiva espiritual y un vínculo mental con Dios en la meditación ayudan a desarrollar el correcto equilibrio entre la cabeza y el corazón, las emociones y la lógica, el amor y el desapego, la seriedad y la liviandad, la madurez y la jovialidad.
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